CERTEZAS TRANSITORIAS

Todos hablan igual. Sobre LinkedIn como teatro posthumano

Cada vez que entro a LinkedIn me provoca, ante todo, algo así como un interés antropológico. Es una vidriera de autoinscripciones ideales. Un poco deprimente. Entre ese tono neutro-épico insufrible y el entusiasmo impostado. Y ahora se le suma el filtro omnipresente de la corrección sintáctica de la IA. Todos hablan con exactamente la misma voz.

Me niego a pensar que nadie se da cuenta de esto. Justamente me parece que lo interesante es que sí se dan cuenta, pero «fingen demencia» y entran igual en el juego. Porque la lógica performativa de la red (mostrar, proyectar, demostrar alineación con ciertos valores) premia esa homogeneidad.

Hay una suerte de consenso tácito: todos sabemos que nadie habla así en la vida real, pero hacemos como si sí. Una especie de teatro corporativo posthumano, donde lo que importa no es decir algo genuino, sino decirlo como debe decirse para que funcione con el algoritmo. Pienso que hasta es una forma sutil de violencia simbólica (Bourdieu con las redes sociales tendría para hacer dulce de leche); si querés existir ahí, tenés que hablar en ese registro.

LinkedIn es hoy el mejor ejemplo de cómo la autenticidad puede ser suplantada por una coreografía algorítmica que uniforma y neutraliza toda diferencia. Si las redes son escenarios, esta, en específico, es directamente una sala de casting.

Virtute enim ipsa non tam multi praediti esse quam videri volunt, decía Cicerón: pocos quieren ser virtuosos, la mayoría sólo parecerlo1. Dos mil años después, LinkedIn convierte ese diagnóstico en manual de estilo.

— E.


  1. En Sobre la amistad (Laelius de Amicitia, ca. 44 a. C.; ed. Trotta, 2002).

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