CERTEZAS TRANSITORIAS

Sobre Curtis Yarvin. ¿Teoría crítica para CEOs?

Hace unos días dije (medio en broma, medio en serio) que a JD Vance le suben demasiado el precio. Supongo que tiene que ver con esa fascinación que despierta cierto perfil de outsider conservador, capaz de hablarle al poder como si todavía fuera un marginal.

Algo parecido me pasa con Curtis Yarvin, ideólogo de la «neorreacción» y autor de ese concepto tan citado en círculos techie-reaccionarios: la Catedral.

A primera vista, la idea suena potente. Yarvin propone que las universidades, los medios de comunicación y el mundo cultural conforman un sistema informal de poder hegemónico que impone una moral progresista bajo apariencia de neutralidad. Denomina a este sistema como «la Catedral», y la describe como una especie de Iglesia laica, descentralizada pero profundamente eficaz, que determina lo que se puede pensar, decir y hacer en las sociedades contemporáneas1.

Es interesante, pero si uno rasca un poco, la Catedral no es más que una reversión reaccionaria, elitista y autoritaria de ideas que la teoría crítica viene trabajando hace décadas. Louis Althusser hablaba de aparatos ideológicos del Estado como la escuela o los medios, que reproducen las condiciones del sistema dominante enseñando a los individuos a asumir su lugar en él. Antonio Gramsci elaboró el concepto de hegemonía cultural para explicar cómo una clase impone su visión del mundo como sentido común. Noam Chomsky y Edward Herman analizaron cómo los medios influyen en la opinión pública en beneficio de las élites. Ivan Illich criticó el sistema educativo moderno como una forma de domesticación social. Herbert Marcuse planteó la noción de tolerancia represiva para describir cómo las democracias neutralizan el disenso aceptando sólo aquello que no las desafía. Pierre Bourdieu explicó cómo el prestigio y la autoridad simbólica pueden funcionar como mecanismos de legitimación del poder. Michel Foucault mostró que el saber opera como una forma de poder que regula conductas y define lo que cuenta como verdadero. Jacques Ellul denunció que la propaganda moderna no «miente»; estructura emocionalmente la realidad. Y Walter Lippmann ya había advertido que la opinión pública es una construcción mediada, basada en imágenes simplificadas que los medios instalan como realidad.

Nada nuevo bajo el sol. Pero en lugar de problematizar cómo el poder moldea subjetividades, Yarvin reescribe todo ese aparato conceptual como una denuncia contra la «dictadura progresista» y lo convierte en una suerte de teoría crítica para CEOs con nostalgia imperial. Quizás, pienso ahora, el interés esté ahí; en lo que revela sobre el presente y el estado actual de la teoría crítica, capaz de volverse contra sí misma.

Yarvin propone un manual de resentimiento. Convierte el diagnóstico de la dominación cultural en argumento para deslegitimar cualquier idea de igualdad. En vez de cuestionar las estructuras de poder, las estetiza y las encapsula en una figura seductora, pero regresiva. La Catedral no busca desarmar el dispositivo de legitimación ideológica, sino capturarlo para fundar una nueva ortodoxia desde arriba.

Que esa operación pase por lúcida y disruptiva, de todos modos, dice menos sobre Yarvin, y más sobre el agotamiento de una tradición crítica que, en algunos casos, ya no distingue entre emancipar y administrar el desencanto.

— E.


  1. En Unqualified Reservations (2007-2016), bajo el seudónimo Mencius Moldbug, disponible acá.

#althusser #bourdieu #chomsky #ellul #foucault #gramsci #herman #illich #lippmann #marcuse #teoría crítica #yarvin