Certezas transitorias. Una especie de prólogo, entre Freud y Spinetta
I. Para Freud, la belleza encuentra valor en lo efímero:
«El valor de la transitoriedad es el de la escasez en el tiempo. [...] Si hay una flor que se abre una única noche, no por eso su florescencia nos parece menos esplendente»1.
Lo mismo ocurre con las certezas: aunque suene paradójico, es su transitoriedad la que las preserva de la soberbia de lo definitivo.
II. Spinetta lo dijo así, sin tantas vueltas, como si fuera obvio:
feliz es el día
feliz es la noche
feliz es el cielo
por cambiar todo el tiempo
sin moverse de sitio2
— E.