CERTEZAS TRANSITORIAS

César y Lucrecia en la Rosada. Bosquejo sobre el poder sin afuera

I. Pierre Legendre dice que el tabú del incesto es la prohibición fundante y la condición estructural de la división necesaria entre lo privado y lo político, sin la cual no puede existir ni derecho ni Estado1.

Cuando esa frontera se desdibuja, no hay comunidad; se produce la absorción de lo público en lo íntimo, y la clausura de toda legalidad posible.

Entonces, hay algo interesante en la estructura político-incestuosa entre Javier y Karina Milei (no me refiero al incesto de forma literal).

Cual Calígula y Drusila (o César y Lucrecia Borgia) ejercen algo así como una política incestuosa entendida como esa estructura donde el poder se cierra sobre sí mismo y se inmuniza frente a toda exterioridad. Deja sin afuera al poder.

La figura de Karina como hermana-jefe anula la institucionalidad desde adentro. Vuelve innecesaria la ley (sin que haga falta anularla).

¿Y si no es un exceso excéntrico del mileísmo, sino (en parte) su condición de posibilidad? Ni siquiera es nepotismo (no es el punto). Sería algo así como el núcleo estructurante de una forma de poder que desplaza las mediaciones políticas tradicionales en favor de una lógica íntima y no simbolizable (digo, refractaria a toda simbolización institucional).

II. Para Legendre, la democracia moderna se apoya en una ficción jurídica. El poder emana del pueblo. La política dinástica, aun sin romper el tabú incestuoso, altera esa lógica. Ancla la legitimidad en la sangre y desplaza la mediación institucional. En una democracia liberal en crisis, esa deriva no se percibe como anomalía, sino como un modo posible (y hasta eficaz) de articular el poder. Que un apellido se repita (Bush, Gandhi, Kirchner) quizás sea la señal de que la herencia gana terreno sobre la institución.

El vínculo fraterno, en cambio, no necesita transmisión; ni siquiera la ficción de la herencia. Es un círculo cerrado desde el inicio. Un poder-espejo que no reconoce exterioridad. De ahí que el Milei-Milei no sea familismo ni dinastía al uso (como la que hoy asoma en el kirchnerismo al promover a Máximo para ocupar el lugar de Cristina), sino algo más radical: la encarnación pura de un mando sin mediaciones.

— E.


  1. En Lecciones VIII. El crimen del cabo Lortie. Tratado sobre el Padre (1989; ed. Siglo XXI, 1994).

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